El jazz evoca la creación y el conocimiento, trasciende fronteras y bloqueos. Es un lenguaje universal que tiende puentes entre mujeres y hombres, pueblos y culturas…
Abel Prieto. Ministro de Cultura de Cuba en el Día Internacional del Jazz celebrado en La Habana, 30 de abril de 2017.
La música cubana surge del encuentro de culturas diversas, donde destaca a finales del siglo XV el inicio de la diáspora africana, siendo la fusión intercultural una característica propia en el proceso de formación de la nacionalidad.
La música cubana y la música estadounidense
En este sentido, el primer intercambio entre la música cubana y la estadounidense data de finales de 1890, donde músicos cubanos se hacen presente en Nueva Orleans y músicos estadounidenses en Santiago de Cuba.
A partir de 1898 llegan a la isla variados géneros musicales –danzarios norteamericanos tales como Foxtrot y Turkey Trot, entre otros, acompañando la presencia de norteamericanos residentes en Cuba. Estos se apropian del control económico y político del país, dominando las industrias, el derecho a la tierra, la banca, el ferrocarril y el turismo. Hoteles como el Nacional, el Sevilla, Saratoga, el Bristol, entre otros, así como los casinos y Night clubs se caracterizaron por interpretar música cubana y norteamericana, proceso que desencadenó un resurgir del nacionalismo, expresado en música a través de la popularidad de géneros como el Danzón y posteriormente el Son.
El jazz en la ciudad de La Habana
La génesis del jazz en La Habana es a inicios del siglo XX; pero la asimilación como género propio se establece alrededor de 1930, cuando cubanos como Armando Romeu, Isidro Pérez, Chico O’Farrill y Germán Lebatard trabajan el formato de jazz band típico del jazz norteamericano, condicionando un gusto entre los músicos y el público de la Isla por su sonido, fraseo y dicción. El contundente aporte del jazz al discurso musical del momento, propicia la renovación de la música tradicional cubana; surgen así, las bases para géneros como el Afro Cuban Jazz y el Cubop.
Alrededor de 1940, músicos cubanos radicados en Nueva York como Mario Bauza, Mongo Santamaría y Chano Pozo marcan un estilo propio a partir de la inclusión de la percusión cubana en el formato jazz band y en los pequeños formatos clásicos del jazz. El aporte conceptual que ofrecen tiene como centro los patrones metro-rítmicos de la música cubana: puede hacerse jazz afrocubano sin emplear los típicos instrumentos de percusión, pues las células rítmicas, la métrica, los compases son aprehendidos y asimilados dentro del discurso musical creado por los compositores y respaldado por los diferentes formatos instrumentales utilizados (batería,contrabajo, piano, guitarra,vientos maderas y metales, etc). Es el surgimiento del Cubop de Dizzy Gillespie y Chano Pozo.
En las palabras dedicadas a la colección «El joven espíritu del jazz cubano», el musicólogo Olavo Alen hace referencia al importante aporte de géneros cubanos:
El son cubano, sobre todo por la peculiaridad de sus improvisaciones en el contexto tradicional, también estuvo presente en épocas tempranas. Recordemos que “Manteca” de Chano Pozo-Dizzy Gillespie es realmente un son en versión de jazz y fue presentada así por sus creadores. Esta obra musical se convirtió en uno de los estándares más utilizados en la corriente estética que derivada del Bebop se conoció con el nombre de Cubop en el jazz norteamericano.
Es de destacar la etapa del Quinteto de Max Roach-Clifford Brown y Miles Davis quienes utilizaron compases de 6/8 y cuyos bateristas siguieron la línea de acercamiento a lo afrocubano trazada por Max Roach, Art Blakey y Roy Haynes.
Olavo Alen.
Sobre este proceso Leonardo Acosta expresó:
… determinante es el trabajo de los arreglistas cubanos como Chico O’Farrill, Armando Romeu, Bebo Valdés, Peruchin Jústiz o Pucho Escalante, que introdujeron en nuestra música importantes elementos de Jazz en cuanto a la armonía, conducción de las voces y orquestación.
Leonardo Acosta.
Por otra parte, músicos como Bebo Valdés en 1952, graban el bolero «Desconfianza» en un formato de sexteto al estilo Jam sessions o descargas, como se le llamó en este lado de la Isla.
A estos procesos de asimilación consciente de elementos del jazz norteamericano, fusionados con elementos de la música afrocubana, se le conoce como Latin Jazz o Jazz Afrocubano que se consolida en un intercambio bilateral entre la cultura musical de Cuba y la Norteamericana. La fusión de músicos y estilos de ambas corrientes han enriquecido el género, dotándolo de creatividad, sentido de innovación, experimentación y pertenencia.
En la celebración del Día Internacional del Jazz en La Habana, el 30 de abril del 2017, el pianista Herbie Hancock expresaba la importancia del jazz afrocubano en la historia del género, su aporte a la evolución, enriquecimiento y su contribución a reafirmar el jazz como fuerza de libertad, creatividad, así como promotor del diálogo intercultural a través del respeto y la comprensión, considerándose en los momentos actuales como un baluarte en la lucha contra todo tipo de discriminación y racismo.
Durante las dos primeras décadas de la Revolución Cubana, la creación y el consumo de jazz no desapareció dentro de la Isla, pero fue limitada por políticas culturales y decisiones institucionales que resultaron muy negativas para el desarrollo del género. La clausura temporal o definitiva de la mayoría de los Night clubs y cabarets (sobre todo en Ciudad de La Habana), propiciaron la desaparición de gran parte de las orquestas Jazz Band y la desintegración de los pequeños formatos clásicos.
Las experiencias plasmadas en el trabajo de la «Orquesta Juvenil» y la «Orquesta Cubana de Música Moderna» (1966), así como por el «Grupo de Experimentación Sonora» del ICAIC (1969), dirigido por el guitarrista y compositor Leo Brouwer, mostraron nuevos caminos para la experimentación en la búsqueda de una identidad musical latinoamericana y específicamente cubana. Es de destacar los esfuerzos de figuras como Armando Romeu y Bobby Carcassés, que mantuvieron vivo el interés por la interpretación del jazz, estimulando su estudio e intercambio entre los jóvenes músicos y las instituciones culturales en todo el país.
A partir de 1973 con el surgimiento del grupo Irakere, bajo la dirección del pianista, compositor y arreglista Chucho Valdés, el jazz afrocubano vuelve a recolocarse como estilo de preferencia en el quehacer musical nacional. La búsqueda de un estilo propio caracterizado por la experimentación, donde géneros como el jazz, el bebop, el rock, el funk y la música electrónica se fusionan con los ritmos cubanos y afrocubanos: el son, la rumba, la música yoruba; incorporando la organología propia de estos: tambores batá, güiros, chekeré, (entre otros idiófonos) tumbadoras y timbal, sin renunciar al drums; hacen de la polirritmia y la tímbrica de Irakere un elemento novedoso en el discurso musical de la época, ejemplo de ello es su disco «Misa Negra» (1987) editado por Messidor.
La expansión internacional del Jazz Cubano
Posteriormente, se crean proyectos como Afrocuba (1976) dirigido por Nicolás Reinoso, saxofonista y el grupo Afrojazz (1978) liderado por el trompetista Bobby Carcassés; pero no es hasta la década del ochenta que el Jazz cubano adquiere difusión internacional, a partir de la gestión de promoción desarrollada desde el Festival Jazz Plaza.
Con su creación en 1980, se inicia una etapa de desarrollo y promoción del género, desde Cuba y para el mundo, propiciando por más de 40 años el intercambio entre destacados cultores del jazz a nivel mundial. Además, la joven generación de músicos cubanos, graduados de las escuelas de arte de la Isla, mantiene como interés significativo en sus carreras el desarrollo de este género.
A finales de los ochenta y la década del noventa, las condiciones económicas de Cuba propician una alta migración de músicos ya consagrados como figuras emblemáticas del movimiento jazzístico cubano. Unos, por divergencias políticas; otros, en la búsqueda de un mercado internacional que los legitimase como artistas, con su consiguiente beneficio económico. Entre ellos, podemos nombrar a Paquito de Rivera, Arturo Sandoval, Gonzalito Rubalcaba, Juan Pablo Torres, Hilario Duran, Horacio Hernández «El Negro», Omar Sosa, Ramoncito Valle y Oriente López.
El nacimiento de la Timba Cubana
No obstante, el jazz cubano encontró, entre los años 1990 y el 2000, condiciones favorables para su desarrollo; los diferentes eventos de promoción como el Jazz Plaza y el Concurso Jojazz surgido en 1998, además de los fenómenos musicales que se gestaron en la escena cubana (surgimiento del inter-género timba), dieron espacio a la creación de numerosos proyectos de jazz.
En esta época surge el grupo Otra Visión liderado por el flautista ex-Irakere Orlando Valle «Maraca», el cuarteto Cuarto Espacio del pianista Ernán López-Nussa, el grupo Habana Ensemble del saxofonista también procedente de Irakere Cesar López, Peruchin y su grupo, Top Secret de José Miguel Crego «El Greco«, Lilian Expósito «Bellita» y su Jazz Tumbatá , Temperamento del pianista Roberto Fonseca, Oscar Valdés y Diákara y el cuarteto Ferber Opus dirigido por Arielito Hernández, entre otros.
El inter-género timba caracterizó los procesos creativos dentro de la música popular contemporánea cubana en la última década del siglo XX, alcanzó su esplendor durante uno de los momentos más convulsos de la sociedad cubana y de complejas condiciones socio-culturales. En este género confluyen las principales tendencias y formas de hacer la música popular en la Isla (la fusión de Jazz, rock, funk, rap, balada, bolero, salsa, rumba, chachachá, etc.).
La consolidación del Jazz Cubano
En aquel entonces, los jóvenes músicos que incursionaban en el jazz, se integraban a importantes orquestas de música popular cubana, demostrando su capacidad para asumir la interpretación de varios estilos y géneros, elemento que desarrollaría sus grandes potencialidades como intérpretes y que indicará un camino de influencias de los códigos timberos en el joven jazz de la Isla.
Tanto es así, que el Festival Jazz Plaza adquiere fortalezas en la exposición de orquestas bailables con su performance de música popular, pero también con sus excepcionales conciertos de jazz. Ejemplo de ello en este período, son las orquestas NG La banda, dirigida por el virtuoso flautista y compositor José Luis Cortés y el grupo Klimax, dirigida por el percusionista Giraldo Piloto. Es esta etapa donde se destacan proyectos de música popular bailable como Paulito FG y su élite e Isaac Delgado, Manolito Simonet, Charanga Habanera, entre otros.
Por otro lado, la creación del Concurso JoJazz (1998) dirigido por el director artístico Alexis Vázquez, reafirma y consolida la presencia de un joven Jazz Cubano. El evento incluye el concurso de interpretación individual y colectiva y el concurso de composición y presentación de conciertos, lo que ha resultado un espacio de validación del talento individual y colectivo, constituyendo una plataforma de promoción y de visibilidad nacional e internacional para los más jóvenes músicos del género.
A ello se incorpora la participación de estos músicos en certámenes internacionales como el Festival de Montreux (Suiza), donde Harold López-Nussa (2005) y Rolando Luna (2007) se han erigido con los galardones en interpretación del piano, y en la guitarra eléctrica, Héctor Quintana (2015). Mientras otros, como Alfredo Rodríguez, Alejandro Vargas y Jorge Luis Pacheco han resultado finalistas del evento.
El joven Jazz Cubano emerge de una generación procedente de las escuelas de arte que asumen el género como forma prioritaria de expresión e identidad. Respondiendo a las condiciones socioeconómicas y culturales de su época, estos jóvenes sustentan su creación utilizando disímiles e ilimitados formatos organológicos, propios del género o no, caracterizándose por cooperar entre ellos, (principio de que todos tocan con todos), siendo posible identificar cada proyecto artístico por su estética y estilo personal.
En un artículo dedicado al jazz cubano, el especialista español Julián Ruesga refiriendo su análisis a la nueva creación de músicos cubanos afirma:
El actual jazz cubano, o el jazz hecho por músicos cubanos, emerge de una efervescente escena jazzística, se hace y suena cargado de nuevas y diferentes connotaciones, que ya no son las que referenciaba el latinjazz de los años cuarenta a sesenta del siglo XX.
Julián Ruesga.
Los referentes indiscutibles del género en Cuba: Chucho Valdés e Irakere, Emiliano Salvador, Gonzalo Rubalcaba, Boby Carcassés, Afrocuba, Ernán López-Nussa, Germán Velazco, Orlando Valle, Cesar López, Orlando Cuba jazz, Julito Padrón, entre otros, cuya obra destaca en el ámbito de la interpretación y la composición, han asimilado en sus proyectos a estos jóvenes, incorporando a su discurso musical la impronta de su estética. De tal forma, los lenguajes entre ellos se han homologado en la búsqueda de un jazz cubano contemporáneo que responde a su tiempo.
Estos jóvenes jazzistas, en su gran mayoría originan su discurso a partir de la tradición musical cubana (son, rumba, changüí, mambo, cantos afrocubanos, etc), para reinterpretar los géneros y experimentar, incorporando los códigos del Jazz contemporáneo a nivel mundial y de las nuevas tendencias y géneros de la música contemporánea, los cuales tienen puntos de confluencia con sus estéticas. Sobre este fenómeno musical Joaquín Borges Triana expone:
…el jazz facturado hoy por cubanos deviene música de hibridaciones con identidades múltiples. A través del tiempo, se ha ido abriendo a nuevas influencias, permanece en movimiento y su futuro se asocia a distintas formas musicales a las que ayuda a enriquecerse. /…/ un ejemplo de lo que la nueva cultura cubana está haciendo alrededor del mundo, de cómo influye en otras culturas y de cómo éstas lo han hecho en ella.
Joaquín Borges Triana.
En ellos se visibiliza el interés por desarrollar una carrera profesional multifacética, asumiendo la creación e interpretación desde diferentes áreas de la música cubana contemporánea actual. La articulan con los códigos tradicionales cubanos, lo que incluye un alto nivel de experimentación, ya sea por la vía del lenguaje musical (estructura, morfología, tratamiento armónico, rítmico y métrico), como por la utilización de formatos organológicos en función de redescubrir la tradición a partir de nuevos timbres, colores y texturas, reafirmando su integralidad como intérpretes y compositores. Sobre este tema el musicólogo Leonardo Acosta expresaba en las notas al disco Canciones, de Harold López Nussa de la Casa Discográfica Producciones Colibrí:
El disco «Canciones» viene a sumarse a esa heterogénea y amplia corriente actual de la música -y músicos- cubanos que felizmente optan por la calidad y la belleza artística combinando con sabiduría la tradición con la innovación, sin rehuir ni amedrentarse ante la asimilación creadora de lo mejor y más progresista de la música universal. Estas «Canciones» representan el talento y el esfuerzo de nuestros mejores músicos de hoy por mantener un rico legado amenazado en estos tiempos nefastos por el mercantilismo del pop globalizado y de sus mediocres seguidores del patio. Porque se trata de una música que sin dejarse tentar por el fácil y estéril virtuosismo, se erige como antídoto contra la retrógrada corriente de estridencia, facilismo y complacencia de los cultores del ruido y la distorsión…
Leonardo Acosta.
El estudio del género y de los procesos que han acompañado su evolución, nos llevaron a proyectar estos conocimientos en función de la creación de un producto fonográfico y audiovisual para la industria musical cubana que contribuyera a su desarrollo: La Colección Joven Espíritu del Jazz Cubano, de Producciones Colibrí, creada en el año 2004 y que materializó la producción de un CD y/o DVD como premio al concurso JoJazz. Su labor de promoción nacional e internacional propició de forma contundente la validación de estos proyectos y nos permitió definir a los artistas que lo integran como un movimiento unido y orgánico, con matices y paradigmas estéticos diferentes inmersos en un contexto internacional donde las influencias, innovaciones e intercambios musicales caracterizan al Jazz de este siglo.
Herencia, cubanidad, tradición y modernidad hacen del jazz cubano una música de sutil complejidad y riqueza; pretendiendo con estas reflexiones reafirmar la importancia de proteger y desarrollar esta línea de creación en Cuba. Estos jóvenes creadores son la música ahora, y en mi criterio, conforman una de las ramas fundamentales de la vanguardia artística de la música cubana en este milenio y concluyo haciéndome eco de la opinión del pianista Roberto Fonseca: El futuro del jazz en Cuba está asegurado y goza de excelente salud.
Bibliografía
- Acosta Leonardo, Otra visión de la Música cubana, La Habana, Ediciones Museo de la Música, 2014.
- Acosta Leonardo, Un siglo de jazz en Cuba, La Habana, Ediciones Museo de la Música, 2012.
- Acosta Leonardo, Descarga cubana: el jazz en Cuba 1900-1950, La Habana, Ediciones Unión, 2000.
- Souto Carmen (selc), Jam Session. La nueva generación, CIDMUC, La Habana, 2012.
- Cortina Bello Camila, «Trayecto de una cubanidad en movimiento». En, Carmen Souto (selec), Jam Session. La nueva generación, CIDMUC, La Habana, 2012.
- Ruesga Bono Julián. «Una inmersión en el nuevo, y no sólo joven, jazz cubano», en Tomajazz, 2014.
- Borges Triana Joaquín, «Jazz hecho hoy por cubanos: igual y diferente». En Julián Ruesga Bono (selección), Jazz en español. Derivas hispanoamericanas. Edición CulturArts-Musica, Valencia, 2015.
- Hernández Rafael (comp): Mirar el Niágara: huellas culturales entre Cuba y Estados Unidos, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura cubana Juan Marinello, La Habana, 2000.
- Dos Santos Lopez José. «Jazz Cubano. Leyendas del mañana». Editorial Campa. A. Nueva York, 2020.
- Multimedia de la Revista Clave, Ediciones CIDMUC, La Habana, 2016.
Notas discográficas
- «Canciones», colección El Joven espíritu el jazz Cubano, editado por Producciones Colibrí, 2007.Leonardo Acosta.
- «Mirando al futuro. 20 años JoJazz», editado por producciones ABDALA, 2018. Gloria Ochoa de Zabalegui.
- «Sueños de Pueblo» colección El Joven espíritu el jazz Cubano, editado por Producciones Colibrí, 2019. Olavo Alen.