Algunos tips para entender cómo un grupo de música popular bailable puede permanecer cincuenta años en el primer lugar absoluto del gusto de un país como Cuba, lleno de música, bailes y grupos musicales de todos los formatos imaginables.
Cuando el 4 de diciembre de 1969, en la calle 23 entre las calles O y P, es decir, en plena Rampa, Juan Formell estrena la orquesta Los Van Van, estaba muy lejos de imaginar que, en menos de un año, se convertiría en el dueño de los hit-parades nacionales y el delirio de los bailadores de todo el país.
Mucho menos que, medio siglo después, habría ganado, entre otros muchos, el Premio Grammy a la Excelencia Musical, habría sido distinguido con la condición de Doctor Honoris Causa en Arte por elInstituto Superior de Arte y el Premio Nacional de Música en nuestro país, habría recibido el Premio Mundial Especial de la Música otorgado por la World Entertainment Organization junto a Charles Aznavour y Quincy Jones, y el Premio al Artista 2013 en la World Music Exhibition (WOMEX).
En una entrevista que le hice a propósito del Grammy, me dijo:
Para nosotros, por supuesto que nos sentimos muy orgullosos de compartir este Grammy a la Excelencia Musical con figuras del rango de Oscar de León y Miguel Ríos, pero encierra una significación mayor. Aunque este premio sea depositado en mi persona, abarca el trabajo de orquestas que van desde Irakere, Adalberto Álvarez y su Son, Pupi y Los que Son Son, hasta Havana D’Primera, entre tantas otras agrupaciones, porque siento que han tenido que ceder al reconocer la valía de la música cubana después de 1959, y, por lo tanto, que el son no se fue de Cuba. Se han convencido de que los músicos cubanos de ahora, no podemos sonar igual que a la orquesta Aragón ni tampoco como el gran Benny Moré. Estamos en otros tiempos que requieren de una evolución que se corresponda con los momentos que estamos viviendo. Nada… que les ganamos la pelea.
Juan Formell.
Tampoco podría imaginar que su orquesta (de nombre tan peculiar) tuviera su propio premio y varias nominaciones en los Grammys , y arrasara durante ese mismo período con cuanto premio, distinción, reconocimiento y galardones de todo tipo que entregan las entidades cubanas de la cultura y la prensa, incluidos casi una decena de Premios Cubadisco y muchas decenas de Premios de la Popularidad.
¿Cómo llegamos a Van Van?
Como tantos jóvenes de todas las generaciones, y particularmente la suya, de la que forman parte también Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, Juanito andaba con su guitarra de un lado a otro, cantando sus canciones, muchas veces íntimas, muchas veces con un particular acercamiento a la rítmica caribeña, ciertos acentos del pop (sobre todo en una variante que algunos llamaban shake), y unos deseos tremendos de «comerse el mundo».
De ese modo, se le vio trabajar en agrupaciones dirigidas por músicos tan respetados como Pedro Jústiz (Peruchín) y Guillermo Rubalcaba, y en la Orquesta de Carlos Faxas.
Vendrían así las primeras composiciones. Algunas de ellas («Y ya lo sé», «Lo material», «De mis recuerdos»…) fueron éxitos decisivos en los últimos momentos de la gran vocalista que era Elena Burke.
Fue, por un breve tiempo, profesor de una singular Escuela de Música Moderna, creada por un inquieto dirigente juvenil, de la que emergieron algunos muchachos de gran talento, y sobre todo la musicalísima Beatriz Márquez.
Pero, sin dudas, lo que da el giro total a la vida de Juan Formell es su entrada en la Orquesta Revé en 1967.
Con ello, aparecen los primeros atisbos de la gran transformación de la música bailable cubana que sucedería en menos de dos años. «Yuya Martínez», «¡Qué bolá, qué bolón!», «La flaca», se abrían paso con la fuerza impresionante de los grandes descubrimientos. Aquello nuevo que sonaba fue bautizado como changüí-shake .
En 1969, Formell se independiza y crea Los Van Van. Con la presencia de José Luis Quintana (Changuito) detrás de un set de percusión tan heterodoxo como funcional, el changüí-shake se convirtió en songo. Y el songo en una pasión nacional.
¿Qué hay de nuevo?
El notable ensayista Leonardo Acosta, uno de los más agudos críticos musicales del país, describe esos momentos iniciales:
Al cambio de timbres introducidos con los instrumentos electrónicos, correspondía un tratamiento orquestal distinto, sobre todo en las cuerdas, y las células rítmicas básicas sufrían una transformación evidente que afectaba tanto al contrabajo como a la sección de percusión, centrada en el baterista José Luis Quintana (Changuito), experto en ritmos afrocubanos. También cambió el estilo de las voces, y el éxito indiscutible de Van Van trajo su inevitable secuela de seguidores e imitadores. En mi opinión, un aporte nada despreciable de Formell ha consistido en poner en evidencia una vez más la perenne vitalidad del son cubano…
Leonardo Acosta.
En los primeros diez años, la orquesta no dejó de reinventarse. Pero, en mi consideración, en su segunda década, a lo largo de diez discos, lo que predomina precisamente es la innovadora búsqueda, ahora con un aliento experimental más asentado, como corresponde a una orquesta segura de sus posibilidades.
En tal sentido, las composiciones de Formell asumen una mayor diversidad de géneros propios del patio. Así que, junto al songo, encontramos boleros, chachachá, rumba, danzón, montuno y guaguancó.
No obstante, la principal innovación es la introducción de los trombones, que habían tomado un gran protagonismo en los grupos de salsa. Hay que recordar que Van Van había partido de un formato modificado de la charanga típica (al estilo de la Aragón y la propia Orquesta Revé). Formell asegura que, en su caso, no fue tanto una influencia directa de música salsa, sino la posibilidad de compensar el registro central de la orquesta y obtener como resultado un sonido mucho más compacto en relación con trabajos anteriores. En la jerga musical cubana es lo que se llama un «sonido macho».
¿De qué se trata?
Uno no cae del cielo. Detrás está una historia que no solo es la de la música, sino también la de nuestro pueblo, desde sus orígenes hasta la actualidad. Eso que llamamos identidad, que es una noción sentimental, psicológica y conceptual a la vez, entra en la música.
Juan Formell.
Ahí entra en un sinfín de consideraciones que nos muestran a un músico muy especial, que tiene perfectamente claros algunos conceptos medulares, que apuntan en todos los sentidos.
Uno de estos conceptos es el de ser «cronista» de su realidad. Está claro de que la música bailable «también tiene textos». Y los textos dicen (o deben decir) algo, más allá de ser parte del disfrute hedonístico y un importante apoyo para el bailador. Y ahí, donde muchos pierden el rumbo, los Van Van han tenido un gran sentido de lo popular, de lo simpático, pero también del reconocimiento que la gente tiene de sí misma.
Para mí lo primero es la historia que voy a contar. Sí, no puedo hacer nada hasta que no tenga esa historia, que he recogido de algún lugar. Yo no me he desvinculado jamás de la vida de la población, no por nada, sino porque me gusta convivir con la gente, hacer una cola, oír conversaciones. La cola del pan es ideal para eso: ahí tú oyes cada cosa… Y es que el cubano tiene la virtud de que a veces resume una cosa muy importante con una sola frase. Y a partir de una frase a veces yo construyo una historia.
Juan Formell.
Arriba he dicho los Van Van, y no Juan Formell, porque cuando apareció César (Pupy) Pedroso con su «Hoy se cumplen seis semanas» fue difícil no pensar que eran una sola voz, un solo compositor. Y así ha sucedido cuando, en tiempos más recientes, han comenzado a componer todos sus retoños, desde Samuel y Juan Carlos (sus hijos verdaderos) hasta Robertón, el Lele, Boris Luna, Jorge Leliebre, Mayito Rivera, Roberto Carlos Rodríguez (Cucurucho)… Nada, ningún desliz, ninguna chabacanería. Gracia, humor, doble sentido quizás, pero siempre la elegancia, la mesura, el orgullo de ser cubano, de ser Van Van.
¿La comunicación inmediata?
Sería interminable la lista de países, ciudades, festivales y conciertos en los que Van Van ha llevado la música cubana a su máximo nivel. Algunos son inolvidables como el Festival de Jazz de Angulema, donde actuaron con Miriam Makeba, y el concierto del Teatro Olympia de París, junto a Rubén Blades y Los Seis del Solar.
En todos, la música habló por sí sola, con su único lenguaje universal, simple y directo, como suelen ser los grandes hechos.
A mí, en lo personal, me resultó algo impresionante la clausura del Premio de Musicología Casa de las Américas 2014. Se desarrolló en un espacio dedicado a presentar lo más alto del intelecto latinoamericano.
En el evento habían participado más de un centenar de personalidades del universo de la musicología de todo el mundo. El programa académico incluyó unas ciento cincuenta ponencias y conferencias que obligaron a la Casa a sesiones simultáneas en cuatro salas de trabajo. Estuvieron representados veintitrés países de América Latina y Europa, así como invitados de Japón, Australia y los Estados Unidos.
Y bien… sonaron los Van Van, y no quedó nadie sin bailar, sin moverse con la expresión corporal que a cada uno le resultaba cómoda. La academia comprobaba en la práctica aquello que ha repetido un reciente estribillo:
«¡Van Van es cosa gorda!»
¿En qué parte del orgullo nacional?
Los cubanos nos sentimos con el derecho de decir qué está bien y qué no con relación a Van Van, cómo anda su salud, hacia dónde dirige sus pasos, como si fuera no sólo un familiar cercano, sino de esos miembros queridos e idealizados de la familia. Le exigimos como se le exige a un dirigente. Nos duele si algo les sale mal. Como dije en un trabajo anterior, Van Van es un motivo de orgullo para los cubanos.
Es así que uno puede comprender la gran satisfacción que nos produce que sus dos discos más recientes hayan sido nominados a los Premios Grammy. Ambos fueron publicados después de la desaparición física de Juan Formell. Creo que eso dice mucho.
En el primero, La fantasía, el maestro había esbozado su diseño general, y ya era claro que su participación sería pequeña comparado con todos los anteriores. El peso fundamental recaía en esos retoños de que hablamos arriba. Así fue. Pero él no logró ver los resultados, ni aun el propio proceso de grabación. Al final, fue publicado explícitamente como un homenaje a su vida y su obra.
El destino quiso que el tema que da título al CD, concebido originalmente para ser interpretado por Luna Manzanares, hubiera sido cantado desenfadadamente por el maestro para una maqueta. Su hijo Samuel hizo un hermoso trabajo en el que sumó a esa voz, las voces del Coro Diminuto, que siempre son un canto al futuro.
Hay que tener los pies sobre la tierra y a cada rato, un sueño. La vida es realidad, también es fantasía. Soñar no cuesta nada, la vida sin un sueño no vale nada.
Samuel Formell.
Su más reciente producción, Legado, es todo un símbolo.
Efectivamente ahí está el legado tremendo que deja una figura excepcional de la música cubana. Fue un trabajo lleno de detalles, una responsabilidad que todos asumieron secundando a «Samuelito». Nada podía fallar. No se le podía fallar «al viejo». El resultado fue como una nueva sacudida. Allí estaban otra vez nominados a los Premios Grammy. Esta vez sin la mirada buena y el consejo oportuno del diseñador, constructor y maquinista del tren de la música cubana.
¿Después?
A la muerte del imprescindible Elio Revé, su orquesta pasó a ser dirigida por su hijo Elito. Lo mismo ha sucedido con Van Van. En ambos casos, entre los cubanos –y la crítica en particular– hubo temores sobre el rumbo que tomarían esas orquestas que tanto habían dado ya a nuestra música. Sobre todo, porque suele suceder que, una vez desaparecido el gran protagonista con su nombre propio, los brillos comienzan a perderse, las voces comienzan a enmudecer. Pero Elito ha llevado al «Charangón» a planos increíbles, y ya conocen cuál ha sido la historia actual de Van Van.
En apenas un encuentro, ambos hijos-directores, tomaron el acuerdo de realizar un concierto al que llamarían «Dos Leyendas: Elito Revé y Los Van Van en Concierto».
Fue un hecho sin precedentes que tuvo como escenario los terrenos de la Ciudad Deportiva de la Habana, justo en el mismo espacio en que se desarrolló el famoso concierto de los Rolling Stones en Cuba. El espectáculo quedó registrado en un DVD que lleva el nombre del concierto.
Resultado: Gran Premio Cubadisco 2019.
Se ha cumplido la profecía de Juan Formell cuando en su composición «Somos Los Van Van» de 1982, sentenciaba en una de las estrofas cantadas por Pedrito Calvo:
Siempre habrá Van Van aunque sea uno solo que defienda la idea de este nuevo son.